Ocho curiosidades del cerdo que te dejarán con la boca abierta

Te invitamos a conocer todos los secretos del auténtico protagonista de nuestras Jornadas de la Matanza del Virrey Palafox: el cerdo,o como nosotros le llamamos, el cochino.

No lo podemos negar, nos vuelve locos. Nos gusta saborear su carne fresca. Degustar a cámara lenta su jamón y embutidos. Incluso convertir algo tan arraigado como la matanza en una gran fiesta. Pero, ¿nos hemos detenido en saber algo más de él? Cuando alguien te atrae y te enamora lo lógico es conocer más de su vida. ¿Y cómo es él? como diría Perales. Está bien que su físico nos cautive, pero no hay que ser tan superficiales. Hay que profundizar. No deja de ser una relación. Muy carnívora, eso sí. Pero una relación al fin y al cabo. Tranquilos. Vamos a ejercer de celestina. Y qué mejor manera que descubriendo algunas de las curiosidades más llamativas del cerdo que te dejarán con la boca abierta.

1. Es todo un veterano en el planeta. ¿Cómo no vamos a estar tan enamorados del cerdo si lleva toda la vida a nuestro lado? Esto sí que es una relación duradera y basada en la fidelidad y lo demás son tonterías. Hace 6.000 años que se empezó a domesticar en China (por cierto, 2019 es el año del cerdo para ellos), el mismo tiempo que llevamos apreciando toda su riqueza. Esto no es un “hasta que la muerte os separe”. Es más bien, “juntos hasta la eternidad”.

2. Tiene nombres para todos los gustos. A nuestra pareja le podemos llamar cariño, pichurri, alma mía, tesorito… Y al cerdo, como es de la familia, también lo hemos bautizado con un buen puñado de nombres, aunque no suenen tan amorosos. Gorrino, puerco, marrano, guarro, chanco… Además hay que tener en cuenta que hasta 8 kilos lo denominamos tostón. Hasta que alcanza los 23 kilos, lechón. Hasta los 80 kilos, pasa a ser marrano y cuando está gordito y listo para la liturgia de la matanza, es un cebón.

3. Un olfato privilegiado. El cerdo conoce bien a los humanos, porque nos tiene bien olidos. Este sentido lo tiene especialmente desarrollado. Por algo se utiliza en algunos casos en la búsqueda de trufas. Eso sí, hay que tener cuidado que no se las zampe. Una cifra lo dice todo: puede oler hasta a cinco metros de profundidad.

4. Un miembro muy rizado. Así es el mundo animal, mientras algunos humanos tienen rizos en la cabeza, el cerdo lleva ese rizo en su pene. La naturaleza le ha dotado de esta manera. Todo tiene un sentido porque la vagina de las cerdas se adapta como un guante a esa forma. De lo contrario, mal iríamos. Además están bien “equipados” porque en su caso el tamaño sí importa. Le mide hasta 50 centímetros de largo.

5. Son capaces de aturdir a cualquiera. Escuchar chillar a un cerdo no es una bonita forma de enamorarse de él, más bien todo lo contrario. Si están en buena forma, sus chillidos pueden alcanzar los 115 decibelios. Teniendo en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el oído humano no se exponga a sonidos de más de 55 decibelios, entonces es mejor alejarse de ellos si entran en cólera chillona.

6. De sucios nada, muy limpios. Con los nombres tan “agradables” que le hemos dado, es normal pensar que el cerdo es un cerdo en toda la extensión de la palabra. Pues no. Son bastante limpios y, por ejemplo, delimitan muy bien la zona sucia donde defecan y la zona limpia donde duermen plácidamente.

7. Son como niños. A veces los tomamos por tontos, pero nos equivocamos. Los cerdos tienen una inteligencia similar a la de un niño de tres años. Son capaces de recordar un camino y muchas más cosas. Además les encanta jugar con pelotas. Las empujan con el hocico y las muerden. Son curiosos e intuitivos. Lo dicho, son como niños.

 

 

8. No hacen ascos a nada, pero son exquisitos. Siempre identificamos al cerdo con la bellota pero, aunque este fruto les encanta, no es el único. Si encuentran una castaña, también se la comen. Y raíces, hierbas, hojas… Son omnívoros y por lo tanto comen de todo, aunque eso no quita para en ocasiones sean exquisitos si tienen varias cosas para elegir. Vamos, como los humanos.